Corrección, 19/12/23: Después de publicar este post, nos enteramos de que, en efecto, la UNESCO divulgó datos sobre los procesos de consulta relativos al borrador 1.1, el borrador 2 y el borrador 3. Pedimos disculpas por este error.
De nuestro análisis posterior, concluimos que en el tercer y último proceso de consulta, la UNESCO buscó reforzar la participación de grupos y regiones que no tuvieron una participación significativa en la primera y segunda fase (principalmente de las comunidades de la Mayoría Global y vulnerables). Esto significa que la UNESCO realizó un cambio metodológico en la consulta después de las dos primeras rondas. Reconocemos los esfuerzos de la UNESCO para garantizar la participación de múltiples partes interesadas y la transparencia, y seguimos abogando por períodos más largos de consulta para garantizar que estos esfuerzos sean eficaces.
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Access Now ha seguido con preocupación los esfuerzos liderados por la UNESCO para crear unas directrices globales para la regulación de las plataformas digitales. La versión final de las “Directrices para la gobernanza de las plataformas digitales: salvaguardar la libertad de expresión y el acceso a la información con un enfoque de múltiples partes interesadas” (“las Directrices”) ha sido finalmente publicada; sin embargo, persisten algunas preocupaciones.
Es importante reconocer que en la versión final, las Directrices mejoraron, y una de las mejoras más importantes es el enfoque en los procesos de moderación de contenido en lugar de la restricción de ciertos tipos de contenido. No obstante, algunas de nuestras preocupaciones previamente identificadas sobre el procedimiento permanecen, tales como la falta de consulta significativa con varios actores, principalmente de los países de la Mayoría Global, incluyendo la sociedad civil.
Aunque las Directrices afirman que son el “resultado de amplias consultas, enriquecidas por más de 10.000 comentarios“, no está claro a qué países o regiones representan estos comentarios (lo que ayudaría a determinar si hubo una representación significativa de la Mayoría Global), qué actores están representados por cada uno de estos comentarios (por ejemplo, Estados, academia, empresas o sociedad civil), y cuál fue el impacto, es decir, si estos comentarios resultaron en alguna modificación concreta del texto final de la UNESCO. Cantidad no es sinónimo de calidad.
Las Directrices también afirman que la conferencia “Por un internet confiable”, organizada por la UNESCO en febrero de 2023, reunió a más de 4.000 partes interesadas de 134 países. Sin embargo, omite el impacto o relevancia de las consultas y participaciones que se realizaron a distancia, dando a entender que las personas de los países de la Mayoría Global, que no pudieron asistir al evento en París, tuvieron una mayor participación, a pesar de que no se nos da el número de consultas a distancia en cada región ni la participación que han tenido los diferentes actores.
Hasta el momento, cualquier recepción positiva a la versión final de las Directrices parece verse opacada por la decepción debido a la falta de transparencia que desde la sociedad civil hemos señalado desde enero de 2023, lo cual parece haber sido una consecuencia inmediata de la desafortunada premura con la que la UNESCO pretendió publicar el documento final.
Además de la falta de transparencia en el proceso, también hay otra ausencia: al texto le falta el glosario de conceptos clave que se estaba elaborando y que se suponía que se incluiría después de la consulta para el “Borrador 1.1”. Es necesario debatir el documento en su totalidad con un glosario suficientemente desarrollado, ya que la falta de definiciones creaba una vaguedad innecesaria, frenando lo que podría haber sido un debate productivo que generara un elevado número de comentarios. Lamentablemente, el glosario no se elaboró adecuadamente y en el apéndice sólo aparece una incipiente sección de referencias sobre terminología.
Además, el ámbito de aplicación de las Directrices es aún demasiado ambicioso y no aborda adecuadamente la diversidad del panorama normativo en las jurisdicciones de todo el mundo. La creación y promoción de un marco normativo uniforme para la gobernanza de las plataformas digitales, en los términos en que se propone, puede tener un impacto perjudicial sobre los derechos humanos en todo el mundo y fomentar la restricción estatal de los espacios cívicos, especialmente en países con democracias frágiles o autoritarias.
Aunque algunos gobiernos nacionales se han embarcado en la regulación estatal de las plataformas digitales o ya la han promulgado, el lenguaje amplio y vago de las Directrices corre el riesgo de facultar a los reguladores para doblegar los sistemas y procesos de las empresas privadas hacia fines inapropiados, como censurar la disidencia, frenar la libertad de expresión, restringir el acceso y el intercambio de información en línea y perjudicar otros derechos humanos.
Los problemas asociados a la propagación de la desinformación, la incitación al odio y a la violencia difícilmente pueden resolverse mediante la aplicación de herramientas universales que no se ajustan a la realidad de los contextos regionales particulares. Para evitar las deficiencias de modelos absolutos y opacos de regulación estatal, la UNESCO debería aspirar a facilitar la generación de herramientas para adoptar un enfoque regional de las directrices, poniendo en el centro los derechos humanos y el enfoque más protector de la libertad de expresión.
Invitamos a la UNESCO a centrar sus esfuerzos en promover iniciativas regionales y de capacitación con cada una de las instituciones regionales pertinentes para evitar que la vaguedad y la premura con la que se redactaron las Directrices sirvan de incentivo para crear normativas estatales de censura y control de contenidos en línea. Además, la UNESCO debería dar transparencia a los comentarios sobre las Directrices, incluyendo la identificación de su procedencia y del actor al que representan.